Decía un filósofo español muy leído en bachillerato, que cada persona está determinada por sus circunstancias. Si un lobo se declarase vegetariano, pocas ovejas lo creerían. Al final, lo más probable es que acabara influenciado por la manada, y volviera a cambiar las lechugas por chuletas. En parte deprimido, en parte por necesidad.
Algo así le pasa al protagonista de El año más violento: Abel Morales. Un empresario al que le gustaría tener una conversación con Ortega y Gasset, para poder refutarlo. Morales (Oscar Isaac), se ha propuesto sacar hacia delante su negocio petrolero sin mancharse las manos, sin entrar en el juego sucio de la competencia más salvaje. Complicado lo tiene. Nueva York vive una oleada de robos, violaciones y asesinatos sin precedentes. Y el sector al que se dedica no tiene precisamente fama de honrado.
Ni si quiera su mujer, Anna (Jessica Chastain), confía plenamente en su palabra. La psicosis se apodera de la familia Morales, que no sabe de dónde le vienen las amenazas. Y tú tampoco lo sabrás. Ni qué esconde Abel, ni qué esconde Anna, un matrimonio perfecto, elegante y apoderado que genera tantas sospechas como simpatías a su alrededor.
El director de El año más violento, J.C. Chandor, presenta su tercera película envuelta en un drama de gánsters reprimidos que luchan contra su naturaleza sanguinaria. La pareja formada por Isaac y Chastain es un binomio sombrío que fascina con cada pequeño detalle de sus intrincadas personalidades. Una pareja de lobos que sonríen a duras penas, con restos de lechuga entre los dientes.
Artículo para la revista Novemagazine